Homo Homini Lupus

06 febrero 2009 en 16:57
Por supuesto que muchos de nosotros al pararnos enfrente de un Picasso (una réplica claro está) nos deleitamos con las sutilezas y emociones propias del arte, además de ello se nos incrementa el ímpetu por una exploración más intensa de las corrientes y formas que nuestras pupilas nos comunican.
¿Qué sucedería si, de alguna forma, lo que estamos viendo en ese cuadro verdaderamente fuera la realidad viéndonos a nosotros?

Es claro y evidente que en nuestras sociedades (sociedades en general, no hablo de un país específico, si bien hay algunos que desarrollan este fenómeno en mayor o menor medida, no hago referencia a ningún país, pueblo o cultura específica) muchos conceptos se instalan en los límites y periferias de la locura, por muy avanzados que a veces nos creamos, hay circunstancias y cuestiones sencillas y complejas cuya forma de darles solución es lo más alejado de una solución óptima, madura, eficaz y eficiente tendiente al desarrollo positivo en el mediano y largo plazos, al contrario muchas de las decisiones que vemos todos los días en cualquier ciudad del mundo son incluso autodestructivas para el mismo individuo que las comete y por lo tanto para la sociedad en la que se encuentra inmerso.

Si una pequeña pero compleja célula del cuerpo humano nunca desdeña el bienestar del organismo en que reside (exceptuando alteraciones físicas inducidas o provocadas por enfermedades), pero los individuos de una sociedad a veces no solo desdeñan su propia sociedad sino que incluso se regocijan en su fracaso y en casos extremos, aunque no por ello poco comunes, llegan a desearlo y planificarlo.

¿De qué rayos estoy hablando?

Los cimientos de la sociedad son frágiles y altamente vulnerables en la orilla del precipicio del siglo XXI.

Por poner un ejemplo sencillo:

La educación en las escuelas (primarias, secundarias, preparatorias, universidades, etc) el sistema de evaluación de los alumnos matriculados es deplorable a todas luces, ¿Por qué? Por el simple hecho de que una calificación de 10 de algún alumno X no refleja su capacidad y potencial reales. Aunque pueden existir alumnos altamente capaces que potencialmente podrían desarrollar arte, deporte, ciencia, literatura, e incluso métodos de gobierno eficaces, con notas promedio, y personas mediocres con las notas más altas.

El sistema de evaluación del desempeño académico es actualmente primitivo e inútil, un índice que lo único que puede reflejarnos es el compromiso, y responsabilidad del alumno para con sus estudios (que bien podría ser coaccionado y no auténtico).

Pero, digamos que ese sistema educativo fallido ha sido y es solo un sueño amargo.


Nos encontramos con otro problema entonces: Cuando los egresados de tales escuelas llegan a la edad en que deben convertirse en PEA (Población Económicamente Activa), ¿Cuál es el proceso que debemos seguir para lograr ser contratado en alguna empresa?

Inscribirse en cientos de bases de datos y bolsas de trabajo para que, eventualmente, alguien en algún momento inoportuno te llame muy formalmente para citarte a una entrevista. Perfecto, no hay problema.

Para los más cautos, un cuidadoso despliegue de CV’s en solo algunas bolsas de trabajo tendientes a una búsqueda de empleo planificada de acuerdo a los gustos, competencias y pasiones del individuo que busca empleo, y entonces cuando se le cita a entrevista el buscar información adicional acerca de tal compañía es algo por añadidura, tendencias de la industria, competencia principal productos estrella, etc. Nos formamos un criterio de la empresa y una perspectiva clara (si no es que la teníamos ya) de la posición de la compañía reclutadora, ok, maravilloso.

Un breve repaso al idioma inglés, 10 minutos para clarificar de nuevo nuestras principales capacidades y potencialidades y listo, asistimos a la entrevista todo para descubrir con dolor y con vergüenza que no pocas veces la decisión de contratación parte de ambigüedades como “me cayó bien” por encima del “es capaz” o “tiene potencial”.

A veces pareciera que el saber sonreir, parecer “buena onda”, y otros factores sin sentido determinante están muy por encima de la capacidad para desarrollar el puesto y las actividades inherentes a éste.

Ok no importa, de todas formas, pasar a formar parte de una empresa en donde se valora más la “buena onda” y la carcajada empática no es del todo lo mejor ni lo más viable, una empresa cuyo departamento de RH sobrepone sus prejuicios y filosofías personales a los objetivos y misión lucrativa de una corporación en el largo plazo se convierte en un órgano que desdeña el bienestar del organismo en el que se encuentra.

La corporación actual refleja con sus clientes, en sus productos y servicios, así como en sus estados financieros su propia personalidad, así, una empresa que no cuenta con el personal más capaz tendrá productos y servicios mediocres, minando la sustentabilidad de la misma y atentando contra sus propios propósitos.

Como ya he dicho en otros post de todas formas, no esperamos utopías, y creer que algún día esto cambiará sería una utopía. La intención preponderante es resaltar y concientizar el hecho de que nuestras formas de organización no son las correctas, nada más triste y deplorable que un joven que acepta las cosas como se han venido dando simplemente porque así es el sistema y mientras funcione no hay porque cambiarlo.

Un sencillo y último ejemplo, un candidato carismático enamorador de masas tiene más probabilidades de llegar a la presidencia que un candidato con la capacidad de gestionar un proyecto de nación eficiente. Pero eso si, con mucho enojo y rabia muchos de nosotros nos preguntamos por qué nuestro país se encuentra en donde se encuentra.

El whisky nos haga olvidarlo.

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