Tintas que escriben la Historia

24 octubre 2010 en 22:34

Los verdaderos conceptos invaluables que tiene el ser humano son la salud, el tiempo y la razón. - Dann Hummell S. XXI

Hay quienes dentro de sus historias personales escriben con plumas de hierro la historia de las naciones, las circunstancias les favorecieron para portar la tinta de la decisión y supieron empuñar con firmeza. Muchos de ellos son colocados en los altares de la historia como ejemplos inmortales a la grandeza del potencial humano y como altares de recuerdo frente a algún pasaje de ignominia y delirio que marcara con sangre el camino de la humanidad.

Sea como fuere, más fuerte y más determinante que empuñar una sola letra de hierro para forjar el futuro es la constitución de muchas tintas pequeñas pero decididas, débiles pero con la firme convicción del perfeccionamiento de la civilización y sus sociedades. Dispuestas a ser quebrantadas y resquebrajadas en aras de la prosperidad del largo plazo.

Una sola tinta de hierro escribirá en el libro de la historia textos que vivirán por si solos, pero el valor de cientos de tintas que escriben al mismo tiempo con libertad serán más que versos que gritarán enardecidamente la gloria para no una hoja dentro de la historia sino un cisma dentro de las épocas de evolución del sapiens.

La fortaleza se encuentra en la colectividad, la dirección dentro del liderazgo de libertad e inteligencia. El status Quo amenaza con cercenar los sueños de quienes se atreven a ser idealistas y soñadores, visionarios de largo plazo. Amaga con una crítica basada en paradigmas enegrecidos de desechos malolientes del prejuicio humano.

Los únicos cambios posibles en nuestra época tendrán que ser dirigidos por líderes inteligentes, valientes y enloquecidos, con visión siempre en el largo plazo que jamás quiten la mirada de las estrellas, y sus sociedades deberán enardecerse en contra de los paradigmas que susurran a cada momento que no es necesario el cambio. Las transiciones ya no se logran con diálogos en mesas de caoba y enfocados con reflectores mediáticos, discursos floreados y dotados de oratoria y mercadotecnia. En todo este silencio de intelectuales las transiciones deberán destruir el cristal del paradigma rector y dominante con un estruendo ensordecedor.

Imagen: Alex Krivtsov

Terapias

19 octubre 2010 en 21:56

Cargado originalmente por Dann Hummell
Muchas veces la creencia popular dicta erróneamente que la ayuda de un psicólogo o psicoanalista es aquella que solo reciben los dañados. Pues bien, las terapias y tratamientos propios de la psicología -desde mi particular perspectiva- requieren de un esfuerzo de iniciativa y autoconocimiento propio del paciente, un esfuerzo que, dificilmente puede darse alguien que no goza de sus facultades mentales. A diferencia de la psiquiatría que puede recetar incluso fármacos para controlar impulsos o pulsiones en un paciente que pueden hacerlo dejar de ser funcional dentro de una sociedad, o peligroso para ella o para si mismo.

La Psicología y el psicoanálisis tienden a ser una excelente forma para cualquier individuo sano y en pleno uso de sus facultades para poder reinventarse.

¿Qué necesitamos para hacer una correcta reingeniería y reinvención de nosotros mismos?

Romper nuestros propios paradigmas y taladrar los pilares sobre los cuales descansan nuestras creencias más arraigadas, esto con el fin en mente de poder hacernos más fuertes, aceptar nuestras debilidades y errores pero sobre todo áreas de oportunidad.

La función del psicólogo y terapeuta ayuda bastante como reflejo imparcial y objetivo sobre nuestros actos y las raíces causantes de nuestros comportamientos. Aunque te encuentres en perfecto estado amigo lector, nunca es mala una terapia que nos ayude a reinventarnos para ser mejores.

Hummell

17 octubre 2010 en 22:41
Hace poco más de 700 días que comencé con el primer post en este espacio, en el ajetreo y en el caos de la estremecedora locura del eje sobre el cual gira mi pensamiento a veces requiere de momentáneas cápsulas de tranquilidad, como burbujas de oxígeno entre una combustión incesante. Es en esas ocasiones en las que puedo y tengo el tiempo de permanecer estático y con la oportunidad de dar un vistazo a lo recorrido, las manecillas de todos esos relojes ya no lapidan, cerraron los parpados, descansan los ojos que no perdonan.

De aquel momento desde el cual han pasado más de 749 días y 750 noches, hoy es fehaciente ver que las cosas en todos los aspectos son profundamente diferentes. Si bien había lanzado un pequeño laser señalando el punto a donde quería llegar o al menos por donde quería pasar, así como el probable camino dentro de mis gráficas personales para lograrlo, ni una sola estuvo correcta, la mitad de lo trazado cuya generación fue tan solo especulativa tuvo  cumplimiento prefabricado, sin embargo aunque tracé un camino diferente, en esencia la ubicación actual resulta ser un punto distinto pero mejor, la gama amplió sus oportunidades.

Para algunos la locura es sinónimo de enfermedad, para los amantes de la normalidad y de la adoración de los paradigmas convencionales, los detractores del cambio, los asustados por el llamado a la evolución y el progreso entienden como locura cualquier atisbo del mismo que amenace los pilares de madera podrida en la que descansan sus creencias. Para algunos otros la locura refleja  un ímpetu de reinvención tanto interno como externo, los procesos constantes de análisis y de estructura, de sometimiento a juicios fuertes y severos sobre los pilares principales así como de las raíces generan que esos pilares se constituyan de acero, el mantenimiento es crucial y con ello la búsqueda de conocimiento, filosofía y razón llegan a visitar nuevos y paradisiacos lugares.

Hace falta una composición de las mejores notas de obras maestras para lograr una nueva original.
Aun no logro armaros del todo, una mezcla curiosa, sarcástica, de pensamiento de precisión y determinante, de amable flexibilidad y estructura compleja en búsqueda de satisfacer la voracidad de conocimiento y nuevas formas de progreso real escribe ahora. Una extraña profundidad de conceptos, una mezcla rara entre Norman Schwarzkopf, joker, el campesino de Córcega, del discipulo de Atenas y maestro de Magno pide la palabra y reclama ver la luz del mundo actual.

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