Aprendizajes de la Adolescencia de la Raza Humana

17 enero 2010 en 22:10

Para debatir acerca del por qué las guerras -de todo tipo- son un estorbo en la evolución del homo sapiens sapiens hacia la plenitud que buscábamos ya tener en el siglo XXI necesitamos entender perfectamente que una sociedad de ciudadanos maduros [que desde luego pienso que es una utopía] encuentra apta para su progreso y desarrollo la idea de la democracia en su más puro estado, si suponemos que la mayoría de los Estados en X hipotética época han alcanzado este nivel de desarrollo, estaríamos hablando de que: Una guerra sería no solo aberrante y repugnante, sino que sería la más clara muestra de que, quien la propone o la declara, es el integrante con menor Coeficiente Intelectual de entre las naciones.

Sin embargo, en nuestro mundo real, sucede que ningún -si, ningún- Estado se encuentra ni cerca de alcanzar la madurez como sociedad, [Con madurez me refiero a un estado en el que la educación y cultura de la población sea el común denominador de la mayoría y con esto hay que tomar en cuenta lo que decía Napoleón: La educación de un individuo empieza 100 años antes de su nacimiento. Lo cual nos da una idea de que si empezáramos ahora a aplicarnos sobre la idea del progreso en el largo plazo basado en el trabajo duro, el esfuerzo, la actitud ganar/ganar de trabajo en equipo y la solidaridad con los demás pueblos, podríamos, en cien años o más, lograr que los individuos de este Estado Hipotético se encuentren desarrollados cultural e intelectualmente lo suficiente como para poder acceder y obtener todos los frutos y provechos de la democracia en su estado puro, y por lo tanto poder -definitivamente- renunciar a las posibilidades de una guerra en todas sus formas] Por lo tanto en este mundo en el que nos encontramos en donde impera la búsqueda de beneficios individuales en el corto plazo, el pisoteo de la sustentabilidad de nuestros propios pilares de la civilización creando nuestros propios cracks, la búsqueda de la riqueza como esencia del concepto actual del éxito [desvirtuado obviamente] y la búsqueda de la fama como souvenir anhelado por las masas populares, aquellos países que construyen enormes arsenales con la potencia y capacidad de borrarnos del mapa de la vía láctea, lo que estructuralmente hacen es: proteger la paz, guardar el equilibrio de poder que pende de un delicado y diminuto margen de error. Así pues muchos de los actos y acontecimientos que al ciudadano promedio le evocan una repulsión hacia los poderosos, son actos que buscan mantener ese equilibrio relativo para que ninguno por su poderío y mayoría pueda autoproclamarse emperador.

Muchas veces no lo vemos, o no queremos verlo, nuestra ley natural y nuestro código interno nos gritan que las guerras son lamentables y que debemos odiarlas, y en verdad eso son, y cosas mucho peores, pero son aprendizajes [dolorosos, si], aprendizajes para el crecimiento humano, errores en los que tropezamos y de los cuales debemos levantarnos, pero nunca volver a topar. Aprendizajes de la adolescencia de la raza humana.

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